1. Etimología y desarrollo histórico del concepto de democracia.
La democracia es un régimen político en el que la soberanía reside en el pueblo y es ejercida por éste de manera directa o indirecta.
La palabra "democracia" deriva del término griego compuesto por demos, que significa "pueblo", cratein, que quiere decir "gobernar" y el sufijo –ía. El término, por tanto, significa literalmente "gobierno del pueblo". Esta palabra comienza a usarse en el siglo V a.C. en Atenas, la ciudad-estado (polis) considerada el primer ejemplo de un sistema acorde a las nociones modernas de democracia. Este caso lo veremos luego.
De todas formas, el significado del término ha cambiado con el tiempo. La definición moderna también ha evolucionado mucho, sobre todo desde finales del siglo XVIII, con la sucesiva introducción de sistemas democráticos en muchas naciones y a partir del reconocimiento del sufragio universal y del voto femenino en el siglo XX. Hoy en día, las democracias existentes son bastante distintas al sistema de gobierno ateniense del que heredan su nombre. Para apreciar la diferencia, es conveniente presentar la evolución de la democracia a lo largo de la historia.
*En la polis griega. Las ciudades-estado tenían pequeñas dimensiones y una escasa población. Existía la asamblea del pueblo, de la que formaban parte todos los ciudadanos (hombres libres). En la democracia griega no existía una representación tal como la entendemos actualmente. Los cargos de gobierno eran ocupados alternativamente por todos los ciudadanos, y la soberanía de la asamblea era absoluta.
*En la República romana. En esta época, el poder legislativo correspondía al Senado y el poder ejecutivo a las magistraturas, cuestores, pretores y cónsules, entre otros. En un principio estos cargos eran elegidos por los ciudadanos con derechos, es decir, los patricios. Después, también la plebe pudo participar en las elecciones. Multitud de cargos públicos se renovaban por elección directa tras verdaderas campañas electorales. Con el tiempo, sin embargo, el sistema fue degenerando.
*En la Edad Media. Durante este período histórico se utilizó el término de "democracias urbanas". Sin embargo, bajo esta fórmula que se empleaba sobre todo en Italia y Flandes para designar las ciudades comerciales, se escondía en realidad un régimen aristocrático.
*A partir de la Edad Moderna. Pensadores como Hobbes, Locke y Rousseau, así como las instituciones inglesas influyeron en el continente europeo a través de escritores que, al igual que Montesquieu, encontraban en ellas la realización perfecta de la libertad ciudadana, que quedaría definitivamente incorporada a la democracia occidental con la Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano.
*En la actualidad. La mayoría de la población de los países democráticos asume que el desarrollo histórico de la democracia termina con la democracia representativa. Además, este sistema representa la solución más ampliamente implantada en todo el mundo. Sin embargo, existen algunos colectivos que defienden la posibilidad de aplicar un concepto de democracia más representativa de los intereses de los ciudadanos. Las propuestas que han surgido del debate giran alrededor de la democracia participativa y la democracia directa, sistemas donde las decisiones legislativas y ejecutivas sean tomadas por todos.
En su uso actual, la palabra "democracia" está muy relacionada con la democracia liberal que es una forma de gobierno que consiste en una democracia representativa donde la capacidad de los representantes electos para la toma de decisiones políticas se encuentra sujeta al Estado de derecho y se modera mediante una Constitución. Al igual que la democracia representativa, la democracia liberal reconoce que los ciudadanos ostentan la soberanía. A diferencia de ella, la democracia liberal amplía una serie de condiciones adicionales, como la división de poderes, el control del funcionamiento formal del gobierno, la libertad de expresión, de prensa y de asociación y el respeto al derecho de las minorías.
2. El caso de Atenas.
El primer sistema democrático del que tenemos noticia se remonta a los siglos IV y V a. C., en la antigua Atenas. En esta encrucijada histórica se produjo un fenómeno político y social que no tuvo parangón hasta muchos siglos después. En Atenas, los ciudadanos estaban íntimamente comprometidos con la marcha política de su ciudad, pues podían y debían tomar parte en las decisiones públicas y en la elaboración de las leyes. El procedimiento para que todos pudiesen intervenir consistía en la celebración periódica de asambleas en el ágora o plaza pública. En estas asambleas, podían dar su opinión todos los ciudadanos y todos eran escuchados.
Además de participar activamente en las discusiones o asambleas públicas, los ciudadanos atenienses tenían la posibilidad de acceder a un cargo ejecutivo; incluso existían cargos ocupados por ciudadanos escogidos mediante un sorteo. La justicia era impartida por un jurado también elegido al azar entre los miembros de la sociedad.
La democracia ateniense era una democracia directa, pues los ciudadanos participaban, sin intermediarios ni representantes, en la legislación y el Gobierno. Sin embargo, este sistema tenía algunas deficiencias. Por una parte, los derechos y privilegios democráticos estaban restringidos a una cuarta parte de la población. Ni las mujeres, ni los metecos (ciudadanos del origen extranjero), ni los esclavos tenían derecho a voto. Por otra parte, como algunos pensadores denunciaron, existía un problema fundamental en la democracia: la influenciabilidad del pueblo. La opinión de la mayoría podía ser fácilmente manipulada por los demagogos, capaces de imponer su voluntad mediante engaños y trucos retóricos.
3. Las democracias actuales.
Hasta el siglo XVIII con la guerra de la Independencia americana y la Revolución Francesa, no hallamos ningún planteamiento político similar. Será el movimiento liberal, encabezado por la burguesía, el que reaccionará frente al absolutismo y demandará mayor libertad y justicia. Sin embargo, hasta el siglo XX no podemos hablar, con propiedad, de la existencia de Estados democráticos, ya que hasta esta época no se da una participación real de toda la población. Hasta entonces, el derecho a voto estaba reservado a una minoría privilegiada, pues existía sólo el sufragio censitario, limitado a una parte de la población.
A diferencia de la democracia ateniense, las democracias actuales son representativas. Los que gobiernan y establecen las leyes no son ciudadanos, sino unos representantes que éstos han escogido. Los únicos procedimientos que se conservan de participación directa son: el referéndum (cuando se pide al ciudadano su voto acerca de alguna cuestión de especial importancia) y el jurado popular (mediante el cual los ciudadanos participan en la administración de justicia). Veamos las características más importantes de las democracias representativas actuales:
-Sufragio universal. Todas las personas adultas tienen derecho a votar, independientemente de su profesión, sexo o condición social.
- Sistema de partidos. Los representantes que pueden escogerse pertenecen a partidos diferentes. Esto garantiza el pluralismo político. Sin embargo, en ocasiones sucede que los representantes no actúan siguiendo su propia conciencia, sino la disciplina de partido.
-Estado constitucional. La existencia de una Constitución garantiza el sometimiento del sistema democrático a la ley. La Constitución es un límite para los representantes que, a la hora de legislar, han de tener como referencia lo que ésta dicta. Además, evita que la democracia se convierta en una dictadura de la mayoría, pues le impone ciertos límites, entre ellos, la protección de las minorías.
-División de poderes. Los tres poderes (legislativo, judicial y ejecutivo) constituyen un freno a los abusos de poder.
-Respeto a las libertades individuales. Una de las funciones de la democracia es proteger las libertades de las personas: libertad de asociación, de lugar de residencia, de elección, de profesión...De éstas, la más destacable es la libertad de expresión: libertad para expresar una opinión, aunque ésta se oponga al Gobierno o al sistema. Uno de los indicadores más fiables de la salud de una democracia lo constituye el nivel de respeto a la libertad de expresión.
4. Criterios democráticos.
A pesar de las diferencias entre los distintos modelos democráticos, hay algunos rasgos generales que comparten y que justifican su elección como modelo de gobierno.
Según Russell Hardin, los criterios que actualmente justifican la elección de la democracia como forma de gobierno y modelo de organización política son:
*Bienestar. Se considera que los ciudadanos viven en un Estado del bienestar cuando el Estado otorga a todos los ciudadanos y ciudadanas prestaciones sociales tales como la sanidad, la educación, la vivienda, las pensiones de jubilación y de desempleo...Precisamente, la democracia es el modelo de Estado que mejor se ajusta al Estado social de derecho. Sin embargo, algunos pensadores tachan de utilitarista esta concepción democrática basada fundamentalmente en los intereses de los ciudadanos y de las ciudadanas.
*Igualdad. En las sociedades democráticas, se da una real igualdad de participación entre todos los ciudadanos y las ciudadanas, pues todos tienen derecho a voto. Sin embargo, para que tal igualdad sea efectiva, deben cumplirse unas mínimas condiciones para que la ciudadanía pueda formarse una opinión (educación, acceso a la información...) y emitirla (conciencia de los propios derechos). Además, sin una mínima igualdad socioeconómica, la igualdad política corre el riesgo de convertirse en "papel mojado".
*Deliberación. Una de las grandezas de la democracia reside en la forma en que se toman las decisiones políticas. Éstas surgen de la deliberación o el diálogo racional de todas las partes implicadas y, por tanto, son fruto del consenso. Ahora bien, en los grandes Estados democráticos actuales, es problemático hacer efectiva esta deliberación. Por eso, para algunos teóricos, las discusiones quedan reservadas, en realidad, a una élite. Por otra parte, sin embargo, hoy como nunca es posible efectuar debates y discusiones teóricas gracias a los nuevos medios de comunicación (los foros de Internet, por ejemplo, o las comunidades virtuales).
*Autonomía. La participación política de los ciudadanos y ciudadanas favorece el desarrollo de su autonomía personal, pues hace que la ciudadanía sea consciente de sus derechos y deberes y también favorece su sentido de la responsabilidad: la decisión que tome, el voto que emita influirán en la política del Estado en el que vive y tal vez en el curso de la historia mundial. Sin embargo, algunos pensadores discrepan de esta idea porque la propaganda masiva de los medios de comunicación influye excesivamente en la opinión de la ciudadanía, mermando así su autonomía.
5. Tipos de democracia representativa.
Las democracias que incorporan los principios liberales de la división de poderes se clasifican en tres tipos, en función de la forma en que se distribuye dicho poder:
Democracia parlamentaria. En este modelo de democracia, las elecciones sirven para escoger la composición del Parlamento, que es la institución que se encarga del poder legislativo.
El Parlamento tiene como funciones aprobar las leyes- y, por tanto, tiene en sus manos el poder legislativo-, aprobar los presupuestos del Estado y elegir al presidente del Gobierno. Como el presidente es escogido por el Parlamento, en este tipo de democracia se produce una fusión entre el poder ejecutivo y el legislativo. Este sistema asegura gobiernos estables, sin grandes contradicciones internas, a lo largo de la legislatura. Sin embargo, la falta de independencia entre el poder legislativo y el ejecutivo limita la capacidad de control del Gobierno por parte del Parlamento.
El Gobierno lo constituyen el presidente y los ministros. Su función consiste en establecer las prioridades legislativas y ejecutar las leyes.
Los Tribunales de justicia cumplen la función de juzgar las infracciones de la ley y constituyen el poder judicial, independiente de los otros dos poderes.
Gracias a este sistema, el Gobierno representa a la mayoría de la población ya que el presidente es elegido por el Parlamento que, a su vez, representa al pueblo.
El presidente del Gobierno se distingue del jefe de Estado, quien ejerce unas funciones representativas de la nación. España se define como una monarquía parlamentaria porque es una democracia parlamentaria cuyo jefe del Estado es el rey.
Democracia presidencialista. En este tipo de democracias hay una rigurosa separación de poderes ya que el poder ejecutivo- el presidente del Gobierno- y el poder legislativo- el Parlamento- se eligen en votaciones separadas e independientes. De este modo, a diferencia de lo que ocurre en las democracias parlamentarias, el presidente del Gobierno no depende del Parlamento y ningún miembro del Gobierno puede ocupar un puesto de parlamentario. En las democracias presidencialistas, no hay diferencia entre jefe de Gobierno y jefe de Estado.
Este sistema, que garantiza una estricta división de poderes, también puede provocar bloqueos institucionales y conflictos a la hora de gobernar, cuando el presidente del Gobierno y la mayoría del Parlamento pertenecen a partidos diferentes. Por otra parte, presenta la ventaja de dificultar que se cometan abusos por parte de alguno de los dos poderes ya que siempre deben negociar entre ellos a la hora de tomar decisiones importantes. Un ejemplo de democracia presidencialista es Estados Unidos.
Democracia semipresidencialista. A diferencia del sistema anterior, existe un jefe del Estado que es elegido directamente por la ciudadanía y también hay un jefe de Gobierno. El jefe del Estado, además de las funciones representativas, acostumbra a tener poderes ejecutivos. Por ejemplo, Francia es una democracia semipresidencialista.
6. Riesgos en democracia.
A pesar de sus logros e indiscutible eficacia, la democracia también está expuesta a algunos peligros.
-Degenerar en demagogia. En democracia, es fundamental para los políticos convencer a la ciudadanía para que los voten. A veces, no convencen los mejores, no quienes tienen mejores propuestas, sino los mejores oradores; incluso, los charlatanes y embaucadores. Cuando el apoyo popular se consigue mediante propaganda y mentiras ha triunfado la demagogia. Los filósofos fueron conscientes de este peligro desde las primeras democracias, y por eso fueron críticos con ellas.
- Fomentar la uniformización. El concepto de igualdad política es una de las ideas ordenadoras de la democracia. Sin embargo, el concepto de igualdad mal entendido puede llevar a un deseo de igualar y uniformizar a la ciudadanía. Esta uniformización consistiría en el rechazo de las diferencias que distinguen a los seres humanos como realidades únicas e irrepetibles. De esta manera, lo que se consigue es mermar las posibilidades de realización individual en vez de favorecer la autonomía personal; esto acaba perjudicando la democracia, pues degenera en una sociedad homogénea y mediocre.
-Convertirse en una "dictadura" de la mayoría. Es preciso reconocer que en las democracias prevalecen los intereses de la mayoría y las aspiraciones y reivindicaciones de las minorías pueden quedar ahogadas. En efecto, a nivel estrictamente político, los votos del 90% de la población pueden ahogar los intereses del 10% restante, que no encuentra mecanismos efectivos para llevar a cabo sus aspiraciones. Ahora bien, debemos recordar que la democracia se caracteriza por la libertad de expresión, así que incluso un solo ciudadano o ciudadana tiene la oportunidad de expresar su opinión y hacer oír su voz.
- La escasa participación. Es un hecho que, en las democracias indirectas o representativas, la mayor parte de las personas sólo interviene en la gestión pública cuando vota en unas elecciones. Una vez elegidos, los representantes pueden utilizar la confianza que se les ha dado de la forma que consideren más conveniente. A pesar de que, en principio, son votados de acuerdo con un programa, lo cierto es que a veces el alejamiento entre lo que prometen durante la campaña electoral y lo que luego hacen es evidente.
Ahora bien, en un sistema en el que existe libertad de expresión, la ciudadanía posee mecanismos para controlar lo que sus representantes hacen: la presión de la opinión pública, las manifestaciones, las huelgas..Sin embargo, estos mecanismos parecen insuficientes.
Para muchos pensadores, la apatía y la indiferencia que padecen las democracias actuales se deben, precisamente, a esta escasa o pobre participación de la ciudadanía en la gestión pública. Por esta razón, muchos de estos pensadores reclaman la necesidad de democratizar aún más los actuales sistemas democráticos. Y, aunque se es consciente de la inviabilidad de recuperar una democracia directa al estilo ateniense, sí se proponen medidas como: democratizar internamente los partidos, dar más responsabilidad a las instituciones cercanas a la ciudadanía (por ejemplo, los ayuntamientos)...Además, desde hace algún tiempo, se ha extendido la idea de que, quizá, los modernos sistemas de redes informáticas harán posible una participación más directa.
A pesar de estos peligros que acabamos de analizar, la credibilidad de la democracia como sistema racional y legítimo no se cuestiona, sino que aquéllos nos permiten argumentar discursivamente acerca de ella y buscar que la conviertan en un sistema político aún mejor.