1. UNA FILOSOFÍA CRISTIANA.
La filosofía medieval comienza en el siglo V de nuestra era y finaliza en el siglo XV. El inicio de la Edad Media se corresponde con el fin del Imperio romano de Occidente, cuando Europa quedó dividida en distintos reinos de religión cristiana.
Durante los casi mil años que duró la Edad Media, el mundo occidental estuvo marcado por la importancia del cristianismo en todos los ámbitos de la vida. Dios se convirtió en el centro de todas las preocupaciones e intereses, por lo que suele afirmarse que el teocentrismo es el rasgo fundamental de esta época.
La religión cristiana apareció en el siglo I en Palestina, que era entonces parte del Imperio romano. Pese a que Roma al principio persiguió el cristianismo, la nueva religión se extendió con rapidez por todo el Mediterráneo.
Hacia el final de la época antigua, el cristianismo se había convertido en la religión dominante en Europa.
La influencia del cristianismo fue enorme, ya que introdujo ideas nuevas que modificaron profundamente no solo el pensamiento sino también la forma de vida en Occidente.
Para el cristianismo, Dios es un ser omnipotente, omnisciente e infinitamente bueno que ha creado el universo con todo lo que contiene a partir de la nada. Esta idea en particular resultaba extraordinariamente novedosa en el pensamiento occidental.
Los filósofos griegos jamás habían imaginado algo así, puesto que los griegos creían que “nada puede salir de la nada”. Sin embargo, el cristianismo afirma que Dios es un ser trascendente, que está fuera del tiempo y del espacio, y que puede, con su infinito poder, crear el cosmos a partir de la nada.
Para aclarar la enorme diferencia que separa a Dios del resto de los seres, los filósofos cristianos recurrieron a la distinción entre necesidad y contingencia. Todos los seres creados por Dios son contingentes. Esto quiere decir que, aunque existen, podrían no existir. De hecho, deben su ser a la bondad divina, gracias a la cual existen en el mundo.
Dios es el único ser absolutamente necesario, porque no puede no existir. Esta es, precisamente, la principal característica divina, tal y como se recoge en la Biblia, donde Dios dice a Moisés “Yo soy el que soy”.
El cristianismo también introduce una nueva visión del ser humano, Para los antiguos griegos el ser humano pertenece a la naturaleza, por lo que para comprenderlo hay que estudiar sus tendencias naturales.
Los cristianos, sin embargo, afirman que además de su dimensión natural, en el ser humano existe una parte espiritual, creada por Dios, que aspira a la salvación eterna. Esta salvación, no obstante, depende del comportamiento humano, ya que las personas somos libres para elegir cómo comportarnos y, por lo tanto, responsables de nuestros actos.
Para el cristianismo cometemos un pecado cuando conocemos la diferencia entre el bien y el mal y, a pesar de ello, nos decantamos por el segundo. Esto puede suceder porque actuar correctamente depende de nuestra voluntad, y no de la razón. En este aspecto, la ética cristiana también se diferencia notablemente de la ética griega.
2. RAZÓN Y FE.
En la época medieval, el cristianismo también planteó el novedoso problema de las relaciones entre la fe y la razón. ¿Qué debe hacer un cristiano cuando la fe y la razón afirman cosas diferentes? ¿Son necesariamente contradictorias la razón y la fe? ¿Es posible conciliar estas dos formas de saber?
Sobre estas cuestiones los filósofos cristianos han mantenido posturas muy diversas.
Agustín de Hipona pensaba que la fe y la razón están unidas, porque ambas nos conducen hacia Dios. Como la verdad es única, estos dos caminos no pueden ser contradictorios. Sin embargo, la fe tiene prioridad ante la razón.
Para Agustín, la fe nos indica cuáles son las verdades últimas. Después, la razón puede ayudarnos a comprenderlas. La visión de Agustín sobre este tema se resume en su célebre frase: “Creo para comprender”.
Tomás de Aquino, en cambio, creía que la fe y la razón son independientes, aunque no son incompatibles, sino complementarias.
Hay ciertas verdades a las que solo podemos llegar racionalmente, y otras a las que únicamente puede accederse mediante la fe. Sin embargo, existen algunas verdades fundamentales que pueden conocerse a través de ambas. Tomás de Aquino creía que la existencia de Dios era una de estas verdades, que además de mediante la fe puede ser demostrada con la razón.
Para Guillermo de Ockham las verdades acerca de Dios pertenecen únicamente al ámbito de la fe.
De acuerdo con esta interpretación, la razón no nos puede ayudar a conocer ninguna verdad sobre la religión. Según Guillermo de Ockham, Dios es todopoderoso, por lo que está en su mano hacer cualquier cosa que no sea contradictoria. Por eso nuestra limitada razón no puede llegar a comprender por qué Dios ha actuado del modo en que lo ha hecho. Para estos temas únicamente podemos recurrir a la fe y a las Escrituras.
3. PATRÍSTICA Y ESCOLÁSTICA.
La historia de la filosofía medieval suele dividirse en dos grandes etapas. La primera es la Patrística, que se desarrolla desde el siglo V hasta el X.
La Patrística consistió básicamente en la defensa de la fe cristiana frente a los ataques que esta nueva religión sufrió en sus inicios.
Sus principales autores (que posteriormente fueron llamados “Padres de la Iglesia”) trataron de rebatir los argumentos con los que las distintas escuelas filosóficas de la época criticaban el cristianismo.
También tuvieron que hacer frente a los ataque de otras religiones que se estaban desarrollando en la misma etapa, así como a las disidencias y rivalidades que produjeron en el seno del cristianismo las diferentes herejías que se manifestaron en los primeros siglos de nuestra era.
Agustín de Hipona (ss. IV-V) destacó entre los filósofos de la Patrística por la síntesis que realizó entre la filosofía platónica y la religión cristiana.
La etapa más característica del pensamiento medieval tiene lugar entre los siglos XI y XIV. En este período la actividad de los filósofos se desarrollaba en las escuelas monásticas, por lo que la filosofía de esta época se denomina Escolástica.
El más destacado representante de la Escolástica es Tomás de Aquino, que consiguió sintetizar la filosofía de Aristóteles con la religión cristiana.
(C. Prestel Alfonso. FIL Filosofía. Vicens Vives Bachillerato. 2015)