Platón vivó una época de crisis y decadencia, de la cual culpó al enfoque relativista con el que los sofistas abordaron el análisis del bien y la virtud. Su maestro Sócrates, por el contrario, había transmitido la necesidad de indagar sobre la verdadera virtud y el verdadero bien.
La filosofía práctica de Platón- su ética y su política- se edifica sobre sus teorías acerca de las ideas, el hombre y el conocimiento, pues estaba convencido de que el ser humano no puede obrar el bien si no conoce lo que es el Bien en sí, la idea suprema de Bien.
El pensador ateniense sostenía que todos los hombres desean cosas buenas y la felicidad, pero con frecuencia sucede que no saber distinguir los bienes verdaderos de los bienes aparentes; muchas veces desconocen en qué consiste el bien y confunden el objeto de la verdadera felicidad con realidades imperfectas, como los placeres sensibles, las riquezas o los honores. Para Platón, el bien y la felicidad solo se pueden hallar en la contemplación de las ideas y especialmente de la idea más elevada, que es la del Bien.
Ahora bien, ¿cómo es posible alcanzar esa felicidad y esa visión de las ideas a la que todos aspiran? Solo hay un camino: el cultivo de la sabiduría y de la virtud, que, en el fondo, para Platón, se identifican. En este sentido, fue continuador del intelectualismo moral socrático, según el cual, quien conoce el verdadero bien no puede dejar de practicarlo y, por el contrario, quien se deja llevar por el vicio es por ignorancia con respecto a aquel.
La primera tarea del filósofo consistirá en explicar qué es la virtud, en buscar la idea o esencia de esta, es decir, aquello por lo que las diferentes virtudes merecen tal nombre. Platón no llegó a dar una definición de virtud, si bien, al revisar sus obras, es posible hacer una aproximación a este concepto:
*La virtud es algo interior del alma que le proporciona armonía y salud. No es una simple habilidad técnica- como proponían los sofistas- que se puede enseñar en un sentido meramente externo, sino que ha de brotar del alma de quien la busca (aunque requiera el apoyo de alguien que ya haya transitado el camino de la virtud). Platón pensaba que la verdadera educación es interior, es un autoaprendizaje.
*La virtud es un saber o conocimiento acerca del bien. Ser virtuoso consiste en ser capaz de distinguir los bienes verdaderos de los aparentes y fugaces. Si actuamos mal es debido a la ignorancia, que impide al alma desvincularse de lo sensible y material.
*La virtud es una purificación para el alma que le permie liberarse del cuerpo y retornar al mundo de las ideas tras la muerte. De hecho, el hombre virtuoso se desliga del cuerpo ya en la vida mortal, pues no se deja arrastrar por los deseos sensibles. Platón entendía que el alma debe convivir con el cuerpo mientras permanece unida a él y por eso necesita cierta satisfacción sensible. Pero si esta se sobrevalora, impide al hombre dirigirse a su verdadero fin.
Platón expuso en el libro IV de la República cuatro tipos de virtudes:
*La sabiduría o prudencia (sofía) radica en la parte racional del alma y proporciona a las otras partes el conocimiento de lo que es conveniente para ellas y para el conjunto del alma. Su misión es dirigir bien tanto a los miembros del alma como a los de la comunidad. Sabio es, por lo tanto, quien dirige sus acciones de acuerdo con la ciencia y no con la opinión.
*La valentía o fortaleza (andreia) se asienta en el alma irascible y regula los impulsos y pasiones nobles. Con ella, las pasiones se someten a la razón para distinguir lo que se debe de lo que no se debe temer.
*La moderación o templanza (sofrosine) es la virtud propia del alma concupiscible y modera los deseos para que el hombre haga uso de los placeres sensibles con medida y equilibrio, actuando según el dictado de la razón.
*La justicia (diké) consiste “en hacer lo que corresponde a cada uno de modo adecuado” y el “que cada uno no se apodere de lo ajeno ni sea privado de lo propio”. En el caso del individuo, esta virtud lo capacita para que cada parte del alma realice bien la función que le corresponde. En su dimensión social, una polis es justa cuando todos los ciudadanos desempeñan satisfactoriamente sus funciones en el conjunto y cumplen con su deber.
(AA. VV. Historia de la Filosofía. Editorial Casals. Barcelona 2016)