¿Qué harías si te conminasen a administrarle una descarga eléctrica a otra persona? ¿Te negarías? ¿Y si la persona que te lo está ordenando fuese un eminente psicólogo de bata blanca… y te insistiese en que debes hacerlo? La mayoría de nosotros probablemente pensemos que no obedeceríamos. De hecho, es difícil que en la sociedad actual, donde se recalca menos la importancia de la obediencia ciega lo hiciésemos. Pero en 1961 las cosas eran diferentes… y tras los estudios de descargas de Milgram, probablemente nunca volverán a ser iguales de nuevo.
El objetivo del experimento, llevado a cabo por el psicólogo estadounidense Stanley Milgram (1933-1984), era investigar la obediencia ante la autoridad. Las series de pruebas en las que consistía se diseñaron para estudiar las órdenes de una figura de autoridad que les instaba a infligirles dolor a otros. Milgram presentó su trabajo en 1963.
Cuando empezaron los experimentos, en el verano de 1961, hacía tres meses que había empezado el juicio contra el nazi alemán Adolf Eichmann en Jerusalén. Milgram , nacido en EE.UU (cuyos padres eran judíos inmigrantes y que era consciente de que si no hubiesen emigrado de Praga él podría haber sido una de las víctimas de Hitler), quería saber si Eichmann y sus cómplices solo habían cumplido órdenes, como a menudo defendían. Creó su experimento para ver si una persona corriente podría ser capaz de causarle dolor a otra si así se lo exigía una figura de autoridad.
En el estudio había un “maestro” y un “alumno”. El maestro era el sujeto experimental en cuyo comportamiento estaba Milgram interesado, mientras que el alumno era un cómplice que fingía sentir dolor ante las supuestas descargas eléctricas que se le ordenaba administrar al maestro.
Al maestro se le dio una lista de pares de palabras para la tarea y se le pidió que le leyese en voz alta al alumno la primera palabra de cada par y cuatro posibles respuestas. El alumno tenía que presionar un botón para indicar cuál de las cuatro opciones elegía. Si daba una respuesta incorrecta, el maestro debía administrarle una “descarga”. El voltaje iba aumentando de 15 en 15 voltios por cada respuesta incorrecta. Si el alumno contestaba bien, el maestro leía la siguiente palabra de la lista. Los maestros creían que estaban administrando dolorosas descargas reales aunque, en realidad, no hubo ninguna descarga en el experimento de Milgram.
Tras algunos supuestos aumentos de voltaje en las descargas aplicadas, el alumno empezaba a golpear la pared de la cabina, pero al maestro se le ordenaba que continuase con el estudio. Tras pegarle varias veces a las paredes, el alumno pasaba a quejarse de sus problemas cardíacos. Al cabo de un rato, se callaba.
En este punto, muchos de los maestros mostraron claros signos de alarma y quisieron comprobar el estado del alumno. Algunos quisieron interrumpir el experimento, cuestionándose su propósito. Sin embargo, la mayoría continuó después de que el investigador de bata blanca les asegurase que no se les iba a responsabilizar de nada…y muchos siguieron, simplemente, porque se les ordenaba hacerlo.
Previamente, antes de realiza el experimento, Milgram les había pedido a estudiantes de psicología de la universidad de Yales, a psiquiatras y a sus colegas que predijeran el comportamiento de los maestros.
Descubrió que la mayoría pensaba que muy pocos sujetos estarían preparados para infligir el voltaje máximo.
Sin embargo, el 65% de los sujetos administraron la colosal descarga final de (supuestamente) 450 voltios. Aunque muchos se mostrasen abiertamente descontentos al hacerlo. El estudio demostró lo difícil que es desobedecer las órdenes recibidas por parte de la autoridad, aun cuando parezca que, al hacerlo, se le está infligiendo dolor a otra persona.
La investigación de Milgram ha generado incontables estudios relacionados entre los psicólogos e incluso ha entrado en el reino de la cultura pop: ha inspirado canciones como la de Peter Gabriel, “We Do What We´re Told (Milgram´s 37); un juego de la televisión francesa, “Le jeu de la mort”(El juego de la muerte), entre otros.
(Dra Sandi Mann. La Biblia de la Psicología. Tú, este libro y la ciencia de la mente. Ediciones Gaia. Madrid. 2016)